Rioja, Ribera del Ruedo, Toro, Bierzo, Ribeira Sacra… Sus vinos, sus viñas, sus bodegas… Nada tendría sentido, El Cavino sería incompleto sin una última etapa con llegada a la Plaza del Obradoiro en Santiago de Compostela.

Con la alegría del objetivo cumplido y el recuerdo de una experiencia enológica maravillosa e inolvidable. Con el postgusto en el paladar de todo lo experimentado, evocando aromas y sabores de garnachas, tempranillos, verdejos y mencías. De estos días pasados nos quedará la memoria y las fotografías. Para el presente y el futuro, la amistad y lo aprendido.

Comenzamos la última etapa desde uno de los monolitos más fotografiados del Camino; el que nos indica la entrada en el termino municipal de Santiago. Esto, y la cada vez mayor presencia de aviones que buscan aterrizar en el aeropuerto de Lavacolla, nos avisan de la proximidad del fin de nuestro viaje.

Cruzando el famoso arroyo de Lavacolla, donde la tradición dice que los peregrinos han de lavarse para su próxima entrada a la ciudad del Apostol, enfilamos los ultimos kms de esta aventura. Iniciamos la subida al esperado Monte do Gozo, pasando por Vilamaior y San Marcos, coronando en el monumento erigido en 1993 desde el que contemplamos, por vez primera, Santiago de Compostela y las torres de su Catedral.

Desde aquí, bajamos hasta la ciudad, a la que entramos por el barrio de San Lázaro, para llegar al centro histórico. El Cavino se acaba, son los últimos metros. Seguro, con música de fondo de artistas que allí se ganan la vida, pasamos bajo la Porta do Camiño, y entramos en la Plaza del Obradoiro.

Emoción, abrazos y… la Catedral de Santiago. Nuestro Cavino ha concluido, la amistad acaba de empezar, y esta nunca se acaba. Camino de Santiago y vino, dos universos míticos y milenarios que hemos recorrido juntos en los últimos días. 

Nos quedan unas horas, que son de fiesta y alegría. Disfrutemos juntos de Santiago, del vino y de los momentos compartidos. Gracias.